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Elecciones 2018, contratos y millonarios recursos: el trasfondo de la pelea por rectoría de Uniatlántico


Por William Cano Moreno

La disputa por la rectoría de la Universidad del Atlántico (UA) va más allá de dirigir la única institución de educación superior pública en el departamento.

Millonarios recursos congelados en bancos, contratos de obras y servicios, nombramientos y un año preelectoral son los ingredientes de la disputa entre los tres candidatos: el exrector (e) Rafael Castillo Pacheco, en representación de los estudiantes y docentes; el exsecretario de Educación departamental Carlos Prasca Muñoz, por los egresados; y el docente investigador Salim Mattar Velilla, por los exrectores.

El choque de intereses entre varios de los nueve miembros del Consejo Superior que escogen a la cabeza de Uniatlántico, impidió el martes de la semana pasada que alguno consiguiera los cinco votos necesarios.

La última vez que la principal silla de la UA tuvo dueño propio fue en 2014, cuando salió en septiembre Ana Sofía Mesa, después de ocho años. Desde entonces ha sido encargado a Castillo, hasta agosto 2015, y lo reemplazó Rafaela Vos Obeso, hasta la actualidad.

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‘Botín’ y fortín

Desde mayo de 2015, el proceso para elegir rector titular no ha sido fácil por distintas razones.

La primera fue una pugna jurídica por una demanda sobre la cual el Consejo de Estado falló en noviembre anterior.

Lo segundo es el jugoso botín que representa la institución con un presupuesto de $220.000 millones, el cuarto más alto del departamento por debajo de la Alcaldía de Barranquilla ($3 billones), la Gobernación ($891.000 millones) y la Alcaldía de Soledad ($550.000 millones).

También representa un interesante fortín de cuotas burocráticas y votos: más de 23.000 estudiantes; cerca de 1.300 docentes, entre fijos, ocasionales y catedráticos, y 1.000 funcionarios de personal administrativo que, en más del 80%, es contratado por prestación de servicios.

De izquierda a derecha, los tres candidatos a la rectoría: Carlos Prasca Muñoz, Rafael Castillo Pacheco y Salim Mattar Velilla.

Y como si lo anterior no fuese suficiente, la UA dispone en su presupuesto de rubros para contrataciones por unos $15.000 millones al año, sin contar los contratos por prestación de servicios por $35.000 millones.

Pero si algo tiene “exacerbados” lo intereses políticos alrededor de Uniatlántico, como lo asegura el representante de los profesores ante el Consejo Superior, Roberto Figueroa Molina, es que hacía mucho que unas elecciones no coincidían con un año preelectoral para Presidencia y Congreso, y que la institución tenga $68.000 millones en una fiducia bancaria.

Esos recursos hicieron parte de $120.000 millones que la Nación le debía por pagos a pensionados y le giró en diciembre de 2015.

Según fuentes consultadas, los $68.000 millones están congelados para “generar intereses”, aunque eso puede tener tanto de cierto como de falso.

Cambio Radical… ¿y también La U?

El alcalde Alejandro Char Chaljub, líder regional del partido Cambio Radical, ya dejó ver que tiene intereses en el desenlace del proceso de elección.

En su cuenta de Twitter, el mandatario aseguró que el traspié del martes de la semana pasada fue consecuencia de “artimañas políticas”, y la “mezquindad política por contratos y burocracia”.

Fue la primera vez que Char habló en público sobre la Uniatlántico, desde que comenzó su segunda administración en enero del año pasado.

Que Char haya dado a conocer que tiene un ojo puesto en la UA es señal de que sucede lo mismo con Cambio Radical y su máximo dirigente: el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, quien renunció este año al cargo para no inhabilitarse en caso confirmarse sus aspiraciones de llegar a la Casa de Nariño.

“¿Por qué quieren elegir un candidato de Alejandro Char y de Vargas Lleras, que no es de UdelAtlántico y no participó en consultas”, fue una de las respuestas de Castillo en Twitter, ante las afirmaciones del burgomaestre.

Figueroa, quien ha expresado su apoyo a Castillo, hizo la misma relación. “Prasca es representativo de Cambio Radical, que está buscando apoderarse de lo único que le falta en Barranquilla: la Universidad del Atlántico”, aseguró por teléfono.

El exsecretario de Educación no niega ser “amigo” del exsenador Fuad Char Abdala y “conocido” de sus hijos, el alcalde Alejandro y el senador Arturo, los tres de Cambio Radical. También se reconoció “cercano” al senador Armando Benedetti Villaneda y a la representante Martha Villalba Hodwalker, del partido de La U.

Sostiene, sin embargo, que el apoyo recibido se debe a su trayectoria en cargos públicos, que incluye la rectoría del Instituto Técnico de Soledad Atlántico (Itsa). “Eso no ha sido porque me hayan visto llenando buses en elecciones o visitando comandos políticos, sino a partir del desempeño de unas labores”.

Prasca fue el año pasado, durante casi nueve meses y por un contrato de $90 millones, asesor de la Secretaría de Educación de la administración Char en el programa ‘Universidad al barrio’. (Vea el contrato aquí)

Verano y los liberales

El respaldo que Prasca tiene de Char habría facilitado que en la fallida sesión del 9 de mayo el candidato obtuviera los votos de tres de los integrantes del Consejo Directivo: los representantes del Ministerio de Educación, la Presidencia y del gobernador del Atlántico, Eduardo Verano De la Rosa, quien preside el Consejo.

El resto fueron tres para Castillo (representantes de docentes, estudiantes y directivas académicas) y uno para Salim Mattar (representante de los exrectores).

Pero en la segunda votación el mismo día, debido a que ningún aspirantes completó cinco apoyos, Verano cambió su decisión por Mattar, lo que deja el interrogante de si finalmente irá por el candidato cercano a Char.

A Mattar se le vincula con el Partido Liberal, el mismo de Verano, debido a que lo postuló el representante de los exrectores Antonio Vallejo Morales, quien ha ocupado cargos públicos por esta casa política y es allegado al senador rojo Álvaro Asthon Giraldo, como lo muestra la foto a continuación publicada por Uniatlántico.

Foto publicada en noviembre de 2014 en la web de Uniatlántico, al anunciar a Vallejo -círculo de la derecha- como nuevo representante de exrectores ante el Consejo Superior. En el círculo de la izquierda, el senador Ashton.

Entre las fuentes consultadas, algunas manifestaron que “ocho de las 10 decanaturas” serían “fichas” de Vallejo.

En respuesta a El Planeta, Mattar se mantuvo en que no posee respaldos. “Si lo hubiese tenido, hubiese ganado en la primera votación”.

¿Conservadores también?

Otro jugador con injerencia en las riendas de Uniatlántico es el Partido Conservador, por medio del senador Efraín Cepeda Sarabia y Roberto Pérez Caballero.

Pérez es el actual vicerrector administrativo y financiero (e) de la UA, además, luego de renunciar en mayo del año anterior al cargo de secretario de Gobierno de la Alcaldía.

En el Distrito estuvo desde octubre de 2014, en el tramo final de la gestión de Elsa Noguera De la Espriella, hasta su salida después de los primeros cuatro meses de la segunda administración Char.

Fuentes consultadas explicaron que Pérez “es de la cuerda de Cepeda” y que la Secretaría de Gobierno es la dependencia que Cambio Radical y Char han dejado en manos del senador azul, “como agradecimiento al apoyo que le dieron a su última candidatura a la Alcaldía”.

¿Y Castillo?

El exrector ha negado tener respaldos políticos, lo cual tiene validez porque ninguna fuente lo relacionó con alguna orilla política. Pero Castillo no ha sido inmune a los señalamientos.

La entonces ministra de Educación, Gina Parody D’Echeona, declaró ante medios de comunicación en agosto de 2015 que Castillo recurría a “prácticas politiqueras” para llegar a la rectoría en propiedad, a través de la concesión de cargos y contratos a familiares de consejeros de la UA.

“Recibir apoyo de excontratistas y reciprocidad de favores recibidos no hace a nadie mejor candidato, sino doctor en conflicto de intereses”, comentó hace días en su cuenta de Twitter César Lorduy Maldonado, representante de los gremios ante el Consejo Superior.

El Planeta intentó comunicarse durante más de cinco días con Castillo, quien no respondió las llamadas ni los mensajes a su celular.


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