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Ecuador: Lenín Moreno se distancia de Correa y marca diferencias


En apenas mes y medio, la ruptura entre el Gobierno de Lenín Moreno y su precedesor, Rafael Correa, se ha vuelto tan explícita que aún es difícil calcular cuál será la factura para la llamada revolución ciudadana. El expresidente, que gobernó Ecuador durante 10 años, no aguantó más y el miércoles reveló su decepción con la nueva Administración a través de un mensaje envenenado en Twitter: “Entrega sede por 100 años a Conaie [una organización indígena], otro innecesario desaire a mi Gobierno. Estrategia de ‘diferenciarse’ no sólo es desleal, es mediocre”.

El sucesor de Correa en la presidencia y el movimiento Alianza PAÍS, Lenín Moreno, quiso atajar la polémica de manera conciliadora, también en redes sociales: “El diálogo continúa. Seguimos empeñados en reconciliar al país. Para el odio, no cuenten conmigo”. Pero ayer, ante la escalada de ataques, recurrió a la ironía y publicó otro mensaje con la definición de síndrome de abstinencia, en alusión al protagonismo que sigue alimentando Correa con su nuevo rol de tuitero compulsivo.

El detonante fue un gesto de Moreno con la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), a la que le devolvió un edificio que Correa quiso arrebatarles por usarlo supuestamente para fines políticos; 44 días después del cambio de mando y sin haber adoptado aún decisiones de gran trascendencia económica o política, la pugna entre el pasado y el presente de la izquierda ecuatoriana se mantiene. Correa atacó el núcleo de la nueva estrategia gubernamental: el diálogo.

“Todos creemos en el diálogo, nuestra revolución es una revolución de amor, no de odio, pero jamás debemos olvidar con quién nos sentamos a la mesa, a riesgo de legitimar a los que saquearon…”, volvió a publicar Correa en su cuenta. Y para no limitarse a los 140 caracteres de la red social, acudió a dos entrevistas —que no estaban programadas previamente— en televisión. En un tono similar al de sus intervenciones como presidente, cuando daba cuenta de sus logros como mandatario y exponía con degradaciones a sus detractores, el expresidente comenzó hablando de lo alcanzado. Pero no pudo evitar la polémica. Correa fue cuestionado sobre por qué ahora hay dos corrientes en su movimiento, la de los leninistas y la de los correístas.

“Desacuerdos normales”

“Lo que hay son desacuerdos normales en un proceso democrático. Lo que me asusta es cuando se pasan ciertas líneas rojas. Usted puede llamar al diálogo a muchas personas, pero yo no puedo olvidar que esos Gobiernos desaparecieron a nuestros jóvenes. Usted ya sabe con quién se sienta a la mesa. Está legitimando el pasado”, respondió Correa al entrevistador y comenzó una retahíla de reproches, recordó gestos de toma de distancia del que hasta hace semanas era su delfín en la revolución ciudadana. “La fórmula del éxito no la conozco, pero el fracaso es tratar de contentar a todo el mundo. Y sí, yo tengo que expresar mi desazón, mi dolor, porque es clara la estrategia de diferenciarse de mi Gobierno, de diferenciarse de Correa. Y para eso se ha caído en deslealtades y en mediocridad”, prosiguió.

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Finalmente, el expresidente sentenció la ruptura: “Imagínate que yo vuelva en el año 2021, que no es mi intención, y lo primero que hago es decir que no habrá diálogo con los corruptos y le echo lodo a Lenín. ¿Qué necesidad tengo de eso? Actuaré como tenga que actuar sin necesidad de deslegitimar lo anterior”. “Aquí hay una estrategia muy clara de diferenciación y yo también quiero dejar muy claro que me quiero diferenciar del actual Gobierno porque no estoy de acuerdo con lo que están haciendo”, agregó.

Y con este clima, con la herida abierta en las filas de Alianza PAÍS, con el incalculable desgaste para un Gobierno que ahora parece tener más comprensión entre los opositores que internamente, el expresidente Correa se retirará. El próximo 10 de julio viajará a Bélgica para retomar la vida con su familia y, según dice, para no volver.


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