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Carta de May da inicio al divorcio entre el Reino Unido y la UE


Empieza el divorcio del siglo: hoy, a las 12:30 de la tarde, el embajador británico ante la Unión Europea, Sir Tim Barrow, le entregará al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, una carta escrita a mano por la primera ministra Theresa May, informándole que el Reino Unido ha decidido separarse de la UE, invocando el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que dice que todo miembro de la UE “podrá decidir, de conformidad con sus normas constitucionales, retirarse” del bloque continental.

Se inicia, entonces, la cuenta regresiva. Ambas partes tienen hasta el 29 de marzo de 2019 para llegar a un acuerdo, ya que, con base en el artículo 50, “a partir de la fecha de entrada en vigor del acuerdo de retirada o, en su defecto, a los dos años de la notificación”, todos los tratados entre el Reino Unido y la UE dejarán de aplicarse y el divorcio será definitivo. “Salvo si el Consejo Europeo, de acuerdo con dicho Estado, decide por unanimidad prorrogar dicho plazo”. Lo que parece improbable.

Luego vienen las formalidades: Donald Tusk dará una declaración informando que ha recibido la carta de manos del embajador Barrow, mientras que May se dirigirá a la Cámara de los Comunes a informarles a los diputados que su país ha decidido activar el artículo 50. No es sino la calma que antecede a la tormenta.

Lo dijo John Kerr, quien redactó el artículo 50, en enero pasado. Lo que se va a definir es “quién pagará las cuentas y cómo nos repartiremos los bienes. Es, básicamente, una negociación sobre dinero. Y puede acabar siendo muy desagradable”. Muestra de ello: que el proceso no ha empezado y ya hay grandes diferencias entre Londres y Bruselas.

Y es que Londres quiere impedir que aquellos ciudadanos de la UE que se muden a ese país, durante los próximos dos años, gocen de los mismos derechos de quienes lo hicieron antes del inicio del divorcio, para, de esta forma, impedir una ola migratoria. El anuncio no fue bien recibido por el Parlamento Europeo. Así lo reveló The Guardian.

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“Hemos oído que Theresa May se plantea como ‘fecha de corte’ el día de la notificación (de la salida de la UE). Estamos completamente en desacuerdo y creemos que tanto los ciudadanos británicos como aquellos de los otros 27 países son ciudadanos comunitarios hasta el día del divorcio”, expresó, en entrevista con este diario, el eurodiputado Gianni Pittela.

“Cualquier decisión (que restrinja) los derechos de los ciudadanos comunitarios en el Reino Unido, mientras el Reino Unido sigue siendo miembro de la UE, sería contraria a la legislación europea” , señaló, por su parte, el eurodiputado Guy Verhofstadt. Este va a ser uno de los temas claves de las negociaciones. Este 29 de abril, el Consejo Europeo se va a reunir, de manera extraordinaria, para decidir la ruta a seguir.

El pasado 22 de marzo, Michel Barnier, negociador por la UE, dijo que “vamos a ser firmes y amistosos”, pero no “ingenuos”. Barnier ha dicho que lo mejor para el Reino Unido es llegar a un acuerdo pronto. Por su parte, la primera ministra Theresa May ha dicho que lo que se busca es “una nueva alianza en pie de igualdad, entre un Reino Unido independiente, autogobernado y global, y nuestros amigos y aliados en la UE” y no algo que “nos deje medio dentro, medio fuera”.

Escocia

Pero el Brexit es apenas uno de los problemas del Reino Unido. Como si fuera poco, ayer el Parlamento de Escocia le dio a la ministra principal, Nicola Sturgeon, el aval para que impulse un nuevo referendo independentista, ante los “profundos” cambios que se avecinan con la salida del Reino Unido de la UE. Y es que mientras que los ingleses votaron por el Brexit, los escoceses votaron por el Bremain. Lo que ha motivado a Sturgeon a hablar de un nuevo referendo como el realizado en 2014, en el que los escoceses le dijeron No a independizarse, por un estrecho margen.

Theresa May debe decidir, ahora, si avala o no la solicitud hecha por Escocia. La primera ministra ha dicho que “este no es el momento para hablar sobre un segundo referendo” y que lo que se requiere, en este momento, es que Escocia, Gales, Irlanda del Norte e Inglaterra trabajen “juntos”.

“Eso significa respetar y, sin duda, fortalecer los acuerdos de autonomía. Pero nunca permitir que la unión se separe y se debilite”, dijo la primera ministra tras un encuentro con Sturgeon. Uno de sus ministros, David Mundell, dijo que ese gobierno “no entrará en ningún tipo de negociación hasta que el proceso del Brexit se haya completado”.

Pero ahora que el Parlamento escocés le ha dado su visto bueno a un nuevo referendo, el panorama parece distinto. “La votación de hoy tiene que ser respetada”, sostuvo Sturgeon. “Los escoceses deben tener derecho a elegir entre el Brexit, posiblemente uno muy duro, o convertirse en un país independiente, capaz de trazar su propio camino y crear una verdadera asociación entre iguales”, dijo Sturgeon. Palabras muy similares a las de May.

Sturgeon ha dicho que por respeto a la “importancia y el significado” del inicio del divorcio entre el Reino Unido y la UE no va a revelar sus próximos pasos. Pero lo que se sabe es que, de aprobarse el referendo, se realizaría entre el otoño de 2018 y la primavera de 2019. Mejor dicho: puede que en un mismo mes el Reino Unido se separe de la UE y se fragmente.

Y eso sin contar que al otro lado del canal de San Jorge, en Irlanda del Norte, andan enredados tratando de formar gobierno. Londres le ha dado a Belfast un mes para salir de este embrollo, pero, si no se soluciona, los norirlandeses pueden pedir, mediante un referendo, su reunificación con Irlanda, en virtud del acuerdo de paz del Viernes Santo, que puso fin a la violencia entre católicos y protestantes.

Puede que este 29 de marzo sea otro Miércoles Negro, como lo fue el 16 de septiembre de 1992, cuando el gobierno británico se vio obligado a retirar la libra esterlina del Mecanismo Europeo de Cambio, generando una crisis que costó unos 3.600 millones de euros. Se viene un divorcio para la historia.


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