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Samper se despide de la Unasur «en momentos de tempestades» en Suramérica


Quito, 28 ene (EFE).- El secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) Ernesto Samper, quien dejará su cargo el próximo martes, aconseja a su sucesor preservar el papel político del bloque, formado por los doce países de la región que, según dice, atraviesa «momentos de tempestades».

Samper recuerda que a su llegada a la Unasur, hace dos años y medio, la región estaba «en calma», había crecido económicamente por encima del 6 % en los años precedentes y cien millones de personas habían salido de la pobreza, pero luego llegó la crisis económica, la «mala política» y dificultades de gobernabilidad en países como Brasil, con el riesgo de que, además, la pobreza vuelva a aumentar.

Con todo, se han producido logros como la paz en Colombia y el proceso de Venezuela, donde, a pesar de las dificultades para el diálogo entre el Gobierno y la oposición, se ha apartado la violencia del escenario, se ha generado confianza y se ha liberado a unos 80 detenidos, comenta Samper en una entrevista con Efe en Quito, sede de la Unasur.

Admite que en el caso de Brasil, que llevó a la destitución de Dilma Rousseff como presidenta, «hubiera querido que la región, a través de sus órganos de decisión, hubiera tenido una posición unificada, bien sea a favor o en contra de lo que sucedió», pero no hubo acuerdo.

Aunque quedan muchos temas pendientes en la Unasur, cuyo nuevo titular aún no se conoce, destaca la creación de un banco de precios de medicamentos que permitirá «saber exactamente» cuánto cobran las empresas farmacéuticas por medicinas de consumo diario y optimizar las compras.

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Menciona la creación de un fondo para proyectos educativos y culturales, la próxima inauguración de la Bienal de Arte de Buenos Aires y el arranque del proyecto de construcción de la ciudadanía suramericana.

«Que los 420 millones de ciudadanos de la región puedan libremente movilizarse por los 17 millones de kilómetros cuadrados de su territorio», destacó, y citó el desarrollo de una visa que permite trabajar fuera de su país a más de un millón de suramericanos y que puede ser similar a «la visa Schengen en un futuro».

También dice que siente especial «cariño» por «la reformulación de la política de drogas» en la región que, sin ignorar la importancia de la fiscalización, pone el acento en los derechos humanos.

«Hemos sido duros con los débiles y débiles con los duros», comenta al explicar que históricamente se ha castigado a los productores de cultivos ilícitos, a las ‘mulas’ (personas que transportan droga a pequeña escala) y a los consumidores, pero se ha actuado con debilidad frente «a los grandes capos».

Según Samper, en la región se ha aceptado poner en marcha una nueva política centrada «en luchar contra los grandes tiburones» del narcotráfico, en establecer dosis mínimas de consumo y en aplicar políticas de sustitución de cultivos, pero no en meter «a la cárcel a todo el mundo».

El expresidente destaca también el impulso a siete proyectos de grandes infraestructuras regionales y, sobre el Banco del Sur, un proyecto largamente anunciado, pues considera que Suramérica necesita estrategias financieras propias para frenar «graves desequilibrios de balanza de pagos», incentivar el comercio regional y financiar infraestructuras.

Además de la acentuación del perfil político de la Unasur, que considera importante en el escenario internacional de bloques, subraya la necesaria consolidación de Suramérica como un territorio de derechos humanos y como «una zona de paz».

«En un mundo azotado por guerras étnicas, por guerras ideológicas, no deja de ser buena noticia que esta sea una región sin armas nucleares, que rechaza la presencia de bases militares extranjeras, que está en contra de aventuras militares intervencionistas y por la defensa de la democracia», señala.

Samper planea regresar a Colombia para trabajar en «proyectos de posconflicto» que ayuden a reconstruir el tejido social, económico e institucional, pero también participará en política para tener «influencia y ejercerla constructivamente».

Sin dar detalles -«eso se sabrá en Colombia», dice- explica que desea «volver a trabajar por una gran alianza en la cual puedan tener cabida todos los sectores progresistas de todos los partidos y de todos los movimientos sociales», y precisa que «no sería solo una alianza de partidos o de actores políticos, sino esencialmente de actores sociales».


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