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¿Por qué Kenia repetirá sus elecciones presidenciales?


La justicia de Kenia tomó el viernes la histórica decisión de invalidar, por «irregularidades», el resultado de las presidenciales de agosto, que dieron por vencedor al presidente saliente Uhuru Kenyatta, y ordenó que se celebren nuevos comicios en un plazo de dos meses.

«Personalmente, no estoy de acuerdo con la decisión que se ha tomado hoy pero la respeto», reaccionó el presidente Kenyatta en un discurso dirigido a la nación, al tiempo que pidió a los ciudadanos que mantuvieran la «paz».

Desde que el presidente del Tribunal Supremo, David Maraga, anunciara que el resultado de las elecciones del 8 de agosto había sido «invalidado y nulo», las escenas de alegría estallaron en algunas barriadas de la capital, Nairobi y en el oeste del país, feudos de la oposición. En las zonas simpatizantes con el poder predominaba la calma.

«Por primera vez, tenemos justicia. Robaron las elecciones durante mucho tiempo. Se ha hecho justicia a ‘Baba’ [apodo de Raila Odinga, candidato de la oposición]», declaró Lynette Akello, una pescadera del suburbio de Kisumu (oeste).

Odinga, de 72 años, que se presentó sin éxito a las elecciones de 1997, 2007 y 2013, saludó un fallo «histórico», afirmando que era la primera vez en África que un tribunal supremo anulaba el resultado de unas elecciones presidenciales.

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Las elecciones presidenciales «no se llevaron a cabo conforme a la Constitución» y el resultado es «inválido y nulo», afirmó Maraga.

El juez presidente ordenó que la Comisión Electoral (IEBC) organice nuevas elecciones en un plazo de 60 días, conforme a la ley, tras considerar que había «fracasado» en su tarea de organizar unas elecciones de acuerdo con la Constitución, evocando irregularidades en la transmisión de los resultados.

 

‘Una decisión muy política’

Raila Odinga presionó a la Comisión Electoral afirmando que no tenía «ninguna confianza» en su capacidad para llevar a cabo unas nuevas elecciones. «Estos comisarios deben irse. El sitio de la mayoría de ellos está en la cárcel», declaró.

A la espera de las razones del fallo, uno de los abogados de Kenyatta, Ahmednassir Abdullahi, denunció una «decisión muy política» y advirtió que el país tendrá que «vivir con sus consecuencias».

El inesperado fallo se tomó por mayoría, indicó Maraga.

Kenyatta, de 55 años, elegido por primera vez en 2013, había sido proclamado vencedor por la Comisión Electoral (IEBC) el 11 de agosto con el 54,27% de los votos, frente al 44,74% recabado por Odinga (72 años), que se presentaba por cuarta vez.

La oposición denunció fraudes y el 18 de agosto recurrió al Tribunal Supremo, que se jugaba con este caso su credibilidad.

En 2013, Odinga ya recurrió al Tribunal Supremo, aunque la impugnación no prosperó, lo que le costó a la corte críticas por haber utilizado, supuestamente, una jurisprudencia discutible y haber multiplicado las argucias procesales.

 

Democracia ‘en vías de maduración’

A la proclamación de la victoria de Kenyatta le siguieron dos días de episodios violentos, en los que al menos 21 personas murieron en manifestaciones y disturbios duramente reprimidos por la policía en los bastiones de la oposición, en los suburbios de Nairobi y en el oeste.

Los choques recordaron los enfrentamientos poselectorales 2007-2008, que dejaron más de 1.100 muertos.

Para Murithi Mutiga, especialista en Kenia del International Crisis Group (ICG), el fallo del Tribunal Supremo «envía una señal muy muy fuerte de que Kenia es una democracia en vías de maduración progresiva».

Según los abogados de la oposición, el proceso de recogida y de verificación de los resultados electorales revestía errores e incoherencias «deliberados y calculados» para hinchar el número de votos de Kenyatta en detrimento de Odinga.

La IEBC reconoció haber detectado algunos «errores humanos cometidos» que habían pasado «inadvertidos». Pero aseguró que los había corregido y que eran demasiado marginales como para que hubieran influido en el resultado global.

Por su parte, los abogados de Kenyatta consideraron que la gran diferencia de votos entre el presidente y su rival (más de 1,4 millones de votos) no daban lugar a dudas sobre su victoria.


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