Al menos 35 civiles muertos en un atentado suicida en Kabul
La explosión de un coche cargado de explosivos a primera hora de este lunes ha causado la muerte de al menos 35 civiles en el barrio de mayoría chií de Kabul, donde viven también un buen número de funcionarios afganos, según el último balance del Ministerio del Interior. Tanto el presidente afgano, Ashraf Ghani, como el primer ministro, Abdulá Abdulá, han condenado el último atentado. Ghani ha denunciado el «cobarde ataque» contra civiles mientras que Abdulá ha prometido que los responsables tendrán que rendir cuentas ante la justicia.
Los talibanes se han atribuido la autoría el atentado en Twitter «contra un autobús que transportaba a miembros del NDS [servicios de inteligencia] y que dejó 37 muertos». El portavoz de los talibán, Zabihulá Muyahid, ha añadido objetivo del atentado eran dos autobuses que llevaban bajo vigilancia dos meses. Sin embargo, tanto los talibanes como el Estado islámico (ISIS en sus siglas en inglés) reivindican a veces atentados que no han cometido o al contrario, no reconocen ataques cometidos contra civiles. La agencia de inteligencia Directorio Nacional de Seguridad (NDS) ha rechazado la versión de los talibanes, al afirmar que ese departamento «no utiliza autobuses para transportar a sus empleados»
El atentado suicida se ha producido poco antes de las 7.00 hora local en una calle en el Distrito Policial 3 en el oeste de la capital afgana, ha añadido Danish. Según Danish, en el lugar de la explosión tres vehículos y 15 tiendas han quedado gravemente dañados. El atentado ha afectado sobre todo a tiendas y establecimientos situados a ambos lados de la calle.
La Policía ha cercado la zona, ubicada cerca de la vivienda del viceprimer ministro de Afganistán, Mohammad Mohaqiq, en una zona de la ciudad donde viven muchos miembros de la comunidad chií hazara y funcionarios, aunque ha asegurado que se desconoce el objetivo del ataque. Cerca del lugar del estallido también se encuentra la residencia del líder de la comunidad chií hazara y miembro del Parlamento Mohamed Moqaqeq, ha indicado su portavoz, Omid Maisom.
«El coche explotó delante del primer puesto de control de la residencia de Moqaqeq, dejando muertos y heridos entre los guardias y los civiles. Creemos que quería alcanzar la casa de Moqaqeq, pero nuestros guardias lo detuvieron», ha añadido Maisom.
La comunidad hazara conmemora este lunes el primer aniversario (del calendario religioso) de un atentado contra una manifestación de miles de sus miembros, el 23 de julio de 2016, que dejó 84 muertos y más de 300 heridos. Aquel fue el primer atentado reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) en el centro de la capital afgana.
Desde entonces, el ISIS, que gana terreno en el norte de Afganistán, ha golpeado varias veces a los chiíes con atentados como el de Mazar-i-Sharif, en el norte, el pasado octubre, durante la Ashura, la principal festividad religiosa de esa comunidad.
Kabul ha sido escenario los últimos meses de graves atentados, entre ellos el del pasado 31 de mayo con un camión cargado de explosivos, en el que fallecieron 150 personas y más de 300 resultaron heridas, convirtiéndose en el ataque más sangriento desde el inicio de la invasión estadounidense en Afganistán en 2001.
La guerra ha golpeado especialmente a los civiles. La misión de la ONU en Afganistán anunció la semana pasada que el conflicto marcó un nuevo récord de muertes de civiles, con 1.662 fallecidos en los primeros seis meses del año, un 2% más que en 2016, incluido un aumento de decesos de niños y de mujeres del 9% y 23%, respectivamente. Desde que empezó a contabilizar las víctimas civiles del conflicto afgano en enero de 2009, la ONU ha informado de la muerte de 26.500 civiles y de 49.000 heridos.