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El consumo masivo de la felicidad que les conviene a los negocios


Vivimos en una cultura consumista que se mueve bajo el efecto compulsivo de adquirir cosas y experiencias, alimentando así una insatisfacción crónica de la cual sabe muy bien el mercado. Queremos más dinero, vivir más deprisa, ir más lejos, ser más joven y que todo sea más efímero, todas estas cosas van llenando la mochila de una pesadas visiones, que los negocios entienden al regalarte la oportunidad de sentir aquel reconocimiento externo que te satisface momentáneamente. Todos, empresarios o no, sabemos esto; sin embargo, cada vez es más difícil evadirlo debido a nuestro sistema social. Porque lo que es hoy, ya mañana tal vez no lo es.

Somos adaptados para ser felices a través de lo visible y material aunque la felicidad no tiene nada que ver con un estado efímero pero para nosotros si tiene que ver con adquirir aquello que nos representa una satisfacción. La comida, la tecnología, las prendas de ropa, los autos, las casas, la educación, todo esto es una experiencia y una promesa emocional que nos venden las empresa y las marcas para sentir esa sensación de bienestar y liberar todas nuestras serotoninas, endorfinas y demás células ligadas a la felicidad.

Vivimos complaciendo nuestros placeres comprando marcas para satisfacernos momentáneamente, ¿vale la pena? Esta es una realidad y tu vives en ella, sin tal vez darte cuenta. Y, ¿adivina quiénes se aprovechan de ello?

 

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