Goleada magistral fue la que le logró el Bayern de Múnich contra el Tottenham en Londres. La dimensión de la goleada (2-7) se comenta por sí sola, también la depresión en la que está sumido el conjunto inglés, que ya empató en Grecia en la primera jornada y que vive a 10 puntos del Liverpool en la Premier.
Serge Gnabry, con cuatro goles, fue el gran protagonista de una noche para la historia del Bayern, desde ya mismo el principal rival a batir de esta Champions.
El gol de Son dibujó un guion de partido que no fue tal, porque enseguida se levantaron los alemanes para imponer su dominio en el partido. Kimmich empató en tres minutos con un disparo desde la frontal y Lewandowski, tras una primera parte de fútbol con continuas alternativas y protagonismo de ambos porteros, remontó el resultado justo ante del descanso.
El tópico del gol psicológico fue bueno en esta ocasión, ya que el Tottenham regresó de los vestuarios aturdido y Gnabry lo aprovechó para marcar dos goles en diez minutos.
Kane recortó distancias tras un discutible penalti de Coman y el Tottenham arriesgó para tratar de salvar los muebles. Un atrevimiento que el Bayern castigó por crueldad y contundencia, ya que Gnabry (en otras dos ocasiones) y Lewandowski elevaron la cuenta bávara hasta los siete goles.