El Comité de Competición ha sancionado al Barcelona con 300 euros por el fichaje de Antoine Griezmann. La multa se debe a que el conjunto azulgrana inició los contactos con el jugador francés cuando aún tenía contrato con el Atlético de Madrid.
Al parecer, contactar al jugador no fue bien visto por el club rojiblanco mientras este estaba bajo contrato con el Atlético de Madrid. Ante la mínima cuantía de dinero, el Atlético quiso que el juez obligase al Barcelona a cerrar el estadio durante un partido, como sanción por la polémica operación.
Al final el juez no ha permitido que el club catalán juegue un partido a puerta cerrada en el Camp Nou, imponiendo así la multa económica que, a priori, parece ínfima para una entidad como el Barcelona.
El jugador francés terminó contrato el 1 de julio con el Atlético, y la posibilidad de cambiar de equipo la próxima temporada era más que alta tras colgar él mismo un vídeo en sus redes sociales despidiéndose del conjunto y agradeciendo a la hinchada el comportamiento con él.
Tras «La decisión», el documental de hace dos veranos en el que Griezmann mantenía en vilo a colchoneros y blaugranas por su decisión, finalmente el atacante accedió a formar parte del equipo de Valverde, asegurando que quiere optar a todos los títulos y jugar con grandes jugadores.
El jugador contactó con el club blaugrana en marzo, en plena temporada, como muestran una serie de correos electrónicos que acreditan que el francés cerró su acuerdo con el equipo de Bartomeu en plena eliminatoria de octavos de final de la Champions contra la Juventus.
Esto sirve al Atleti como prueba para otra posible denuncia, ya que quizá la directiva colchonera no entienda la resolución y lo vea como algo injusto, no adaptado a las medidas que pedían.