Luis Miguel Pascual, París, 23 ene.- Hay nervios en el París Saint-Germain (PSG), que en menos de un mes se jugará buena parte de su temporada contra el Real Madrid y que, ante la llegada de ese choque, está multiplicando los síntomas de pérdida de la serenidad.
La expulsión del veterano lateral brasileño Dani Alves el pasado domingo en Lyon, cuando el equipo firmó la segunda derrota en un campeonato doméstico que lidera aún con holgura, muestran que el equipo cae en estado febril cuando enfrente campa un rival de peso.
Son pocas las ocasiones en las que el PSG se mide a adversarios de su talla y, por eso, la reacción del equipo en esos momentos despierta dudas, que tendrán un momento culminante en el doble duelo de octavos de final de la Liga de Campeones ante el Madrid, ganador de las dos últimas ediciones de la máxima competición europea.
El asalto a los cielos que los propietarios cataríes del club francés buscan con ahínco desde su aterrizaje en las orillas del Sena en 2011 pasa por eliminar a un histórico y ninguno mejor que el Madrid. Otro elemento que añade nerviosismo al PSG.
«La gestión de las emociones en los momentos difíciles forma parte de los elementos de progresión evidentes en el PSG», asegura el entrenador francés Elie Baup en el diario «Le Parisien».
Los signos de inquietud son varios. Además de la expulsión de Alves, el club vive en permanente estado de alerta sobre la situación de sus estrellas.
Cuando el brasileño Neymar escuchó silbidos en el Parque de los Príncipes por no haber cedido un penalti al uruguayo Edinson Cavani, en el club se encendieron las alarmas, sabedores que el estado de ánimo del futbolista más caro de la historia es el timón de sus decisiones.
La preocupación fue patente y en el clan Neymar también se dejó sentir. El padre del futbolista publicó un mensaje de apoyo en las redes sociales: «Nosotros, tu familia, tus amigos, escuchamos todo, los aplausos e incluso los abucheos. Y siempre te hemos visto avanzar con la cabeza alta».
El caso, que viene de lejos, puede agrandar una grieta entre el brasileño y el uruguayo y, si se enquista, dividir el vestuario entre lusófilos e hispanófonos de consecuencias imprevisibles.
Un signo que va en esa línea es la bronca pública que el capitán, el brasileño Thiago Silva, lanzó a Cavani y al argentino Javier Pastore la semana pasada por su incorporación tardía al equipo tras las vacaciones navideñas.
«Vivimos un momento muy importante para el club y tenemos que estar juntos, incluso si Cavani y Pastore han hecho algo que no es bueno para el club. Hay que reflexionar antes de hacer algo así», dijo a los periodistas el brasileño.
La inquietud en el equipo crece cuando se acerca una cita importante. En lo que va de temporada, el PSG ha disputado seis duelos de altura, dos contra el Bayern de Múnich en la Liga de Campeones, dos frente al Lyon y uno contra el Mónaco y el Olympique de Marsella, el enemigo histórico.
El balance es de tres victorias, dos de ellas poco brillantes, un empate y dos derrotas. En particular, dolió en la capital francesa la sufrida en la vuelta de la fase de grupos frente a los alemanes (3-1), tras la cual la prensa publicó que la suerte de Unai Emery estaba echada.
El técnico español, que vive su segunda temporada en el banquillo parisiense, tiene poco margen de error tras no haber ganado el año pasado ni la liga francesa ni la de Campeones.
En cuestión está, en particular, en su capacidad de preparar al equipo ante las citas estelares, una preocupación que hunde sus raíces en la prestación del PSG en la vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones de la temporada pasada contra el Barcelona.
El 8 de marzo de 2017, en un Camp Nou efervescente, los parisinos tiraron por la borda una renta de 4 goles obtenida en la ida en el Parque de los Príncipes al encajar un 6-1.
Los nervios pueden crecer a medida que se acerque el duelo contra el Madrid en un vestuario en el que las necesidades financieras del club obligarán a salir a algunos de sus componentes.
El central brasileño Marquinhos dejó escapar algunas lágrimas cuando se refirió a la posible salida de su compatriota Lucas Moura, quien se reconoció en una entrevista «asqueado» por no jugar, y el argentino Giovani Lo Celso puede perder minutos con la incorporación del veterano mediocampista recuperador Lassana Diarra.
Más tensión para un equipo que ha entrado en una dimensión galáctica y que debe demostrar que está preparado para asumir su nuevo estatus. EFE