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Venezuela y EEUU: ¿Quién pide una intervención militar?


«Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar». Cuando Donald Trump proclamó en agosto que no descartaba ese tipo de actuación contra Nicolás Maduro, América Latina reaccionó con unánime rechazo a sus palabras. Traían al presente imágenes de un pasado intervencionista que se daba por superado. Pero una parte de la diáspora venezolana se agarró a ellas y defiende que una acción militar liderada por Estados Unidos es el primer paso en la solución para la situación de Venezuela.

EL CONCEPTO DE INTERVENCIÓN HUMANITARIA

El opositor Antonio Ledezma fue la primera figura destacada en referirse a una acción militar con el término de «intervención humanitaria». «La comunidad internacional debe venir al rescate de este país que ha sido tomado como rehén por una narcodictadura», repite desde que en noviembre escapó del arresto domiciliario en Caracas y huyó a España. Su primer viaje fue a Washington.

A principios de enero fue el economista venezolano Ricardo Hausmann , de la Universidad de Harvard, quien pidió la intervención en Venezuela de una «coalición de países amigos» conformada por «latinoamericanos, norteamericanos y europeos». Comparó su propuesta con la invasión estadounidense de 1989 que depuso en Panamá a Manuel Antonio Noriega e, incluso, con la liberación de Europa de los nazis en 1945.

Hausmann asegura que el Gobierno de Maduro utiliza la «crisis humanitaria» en Venezuela «para consolidar su control político» y defiende que la Asamblea Nacional -controlada por la oposición pero despojada de sus poderes por la Asamblea Constituyente- debe destituir al mandatario y nombrar un nuevo Gobierno que solicite asistencia militar a una coalición de países amigos.

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«De acuerdo al derecho internacional, nada de esto requeriría la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (que Rusia y China podrían vetar), puesto que la fuerza militar sería invitada por un gobierno legítimo en busca de apoyo para defender la constitución de su país», sostiene en su artículo.

Sobre la idea de Hausmann y sobre el concepto de «intervención humanitaria» de Ledezma, una parte de la diáspora venezolana en suelo estadounidenses intenta entretanto, apoyada por sectores conservadores norteamericanos, poner el tema en la agenda pública en Washington.

Así, el 31 de enero, el Hudson Institut, un «think tank» conocido por su conservadurismo y su punto de vista militarista sobre las políticas de seguridad, acogió una conferencia con la invitación a a la acción militar como título: «La comida como instrumento político. El caso para la intervención en Venezuela».

El conferenciante fue el geólogo venezolano Gustavo Coronel, un antichavista que en la recta final de los años 70 fue miembro del directorio de la petrolera venezolana estatal PdVSA. «Yo no dudaría en aceptar la posibilidad de una intervención militar en Venezuela y no la llamaría intervención, sino liberación», proclamó ante la audiencia, ante la que acusó a Maduro y su Gobierno de «genocidio».

Un mes después, más de 150 venezolanos residentes en Estados Unidos, muchos de ellos con nacionalidad norteamericana, entregaron en las oficinas de los congresistas y senadores en Capitol Hill cartas en las que les pidieron que promuevan la creación de una «alianza regional multinacional» para quitar a Maduro del poder.

«Venezuela vive una crisis humanitaria y él no deja entrar ayuda. ¿Cómo hacemos entonces llegar ayuda humanitaria? La única forma es removerlos a ellos. Y para eso tiene que formarse una fuerza militar de paz con los países amigos de Venezuela», argumentó a dpa Ernesto Ackermann, presidente de IVAC, la organización de venezolanos de Florida que promovió la iniciativa y se desplazó a Washington.

¿ES VENEZUELA UNA GUERRA QUE NECESITA TRUMP?

Desde aquellas palabras de agosto de Trump no se ha vuelto a escuchar al mandatario defender públicamente la opción militar. Estados Unidos ha seguido imponiendo sanciones al entorno político de Maduro -él mismo sancionado- y amaga con la posibilidad de un embargo petrolero. David Smile, profesor de Sociología de la Universidad Tulane y posiblemente una de las personas de la academia estadounidense que más sabe sobre Venezuela, no piensa sin embargo que la opción de una intervención armada haya desaparecido.

«La Casa Blanca cree que la amenaza de una acción militar hace más efectivas otras opciones y no la quiere quitar de la mesa. Trump probablemente no va a lograr mucho con Corea del Norte e Irán. Así que Venezuela, un país relativamente débil y con un Gobierno con poco apoyo internacional, es un campo ideal para que Trump demuestre su efectividad en política exterior», dice Smile a dpa.

El profesor es también investigador de WOLA, un destacado centro de estudios y de promoción de los derechos humanos en América con sede en Washington y ha sido una de las voces que se ha elevado públicamente en Estados Unidos para advertir en contra de esa acción militar que están pidiendo algunos venezolanos.

«Sería un disparate», escribió en «The New York Times»  en un artículo publicado el 15 de enero como respuesta al de Hausmann, el economista venezolano de Harvard. «La Venezuela de 2018 no es el Panamá de 1989 e invadirla no sería un ataque quirúrgico», aseguró. «La política estratégica y una cuidada diplomacia representan los únicos medios constructivos para cambiar a la atroz situación de Venezuela».

¿DEBATE FICTICIO?

El nuevo fracaso del diálogo entre Gobierno y oposición venezolanos en República Dominicana y el adelanto al 22 de abril de las elecciones presidenciales -luego retrasadas a mayo- incrementaron la discusión sobre una opción militar en la esfera pública y mediática. Y Maduro respondió en febrero con un fin de semana de maniobras militares tras denunciar un supuesto plan del Comando Sur de Estados Unidos, en connivencia con Colombia, para entrar en el país.

«Es lo que el Gobierno de Venezuela quiere: que se discuta una invasión norteamericana», indica a dpa el ex presidente de Bolivia Jorge Quiroga (2001-2002), que cree ficticio un debate que asegura que solo beneficia a Maduro, sirviéndole de coartada.

El ex mandatario conservador ha propuesto una hoja de ruta para aislar a Maduro internacionalmente que incluye entre otras cosas la aplicación de la Carta Democrática por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA), un incremento de las sanciones, así como incautaciones de dinero de los funcionarios venezolanos en los países donde lo tengan. En febrero habló junto a otros analistas sobre la situación en Venezuela en el Atlantic Council, un «think tank» de relaciones internacionales de Washington.

«No hay el espíritu ni el apetito para incrementar la presencia militar en Afganistán y Pakistán, menos va a haber en otro lugar», dice a dpa, y asegura que el Congreso estadounidense no aprobaría una acción militar en el país latinoamericano.

El profesor Smilde, sin embargo, advierte de que no se puede descartar esa posibilidad. Sería difícil conseguir que la población estadounidense apoyara una intervención en un país que no representa una amenaza a Estados Unidos. «Pero si (Trump y su administración) deciden que es lo que quieren, pueden comenzar a construir amenazas como las supuestas armas de destrucción masiva en Irak. Cuando el presidente George W. Bush dijo en 2002 que era un amenaza a Estados Unidos parecía absurdo. Pero con suficiente empuje logró crear una bola de nieve que los medios y los políticos no pudieron resistir. Lo mismo podría pasar con Venezuela», señala. dpa


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