Viña del Mar (Chile), 25 feb (EFE).- El cantante colombiano Maluma reventó hoy la penúltima noche de la 58ª edición del Festival de la Canción de Viña del Mar con un concierto en el que sus ritmos seductores desataron la locura entre un público eminentemente joven, acorde a la propuesta del nuevo referente del reguetón.
Ni un solo segundo se sentaron ni dejaron de bailar los ‘millennials’, esa generación que comprende a los nacidos entre finales de los ochenta y los dos mil, en un espectáculo que trascendió de la música para convertirse en un show de luces, humo y baile perfectamente sincronizado.
Y no sólo fue por el ambiente previo que había creado Maluma al anunciar que donaría íntegras las ganancias de esta noche a la reconstrucción de los daños que causaron los incendios que azotaron Chile hace tres semanas, sino que el colombiano se ganó ese trato de favor del público con el concierto más vistoso de esta edición del festival hasta la fecha.
Chaqueta negra con broches dorados, camiseta ajustada y pantalones oscuros, así salió Maluma al escenario de La Quinta Vergara, donde desabrochó pronto tres de los rompepistas del disco ‘Pretty boy, dirty boy’, del que ha vendido más de 40.000 copias.
Comenzó con ‘Borró cassette’ y siguió con ‘Sin contrato’, que cortó para preguntar cuántas chicas estaban solteras, y continuó después con ‘El perdedor’.
«Quiero saber que donde están las ‘mamasitas’ de Viña del Mar», decía el colombiano, que conoce perfectamente a qué publico se dirige. La grada, mayoritariamente femenina hoy, se lo hizo notar rugiendo como nunca en esta edición.
Maluma devolvió a su audiencia una actuación en la que se convirtió en un terremoto en el escenario: cantó, bailó, rapeó, interactuó con los asistentes y su propia orquesta y hasta tuvo tiempo de sacarse una autofoto y cantarle el cumpleaños feliz a la presentadora de la gala, Carolina de Moras.
Y poco a poco, comenzó a desfilar por el rosario de colaboraciones con otros artistas que le han catapultado a la cima del reguetón en sólo un año: primero solventó la falta de Thalia en ‘Desde esa noche’ con una de las cantantes de su orquesta y luego solucionó la ausencia de Ricky Martin interpretando su éxito más conocido, ‘Vente pa’ acá’, con la colaboración de la audiencia.
Con La Quinta Vergara a sus pies, Maluma volvió a sus orígenes, a su Colombia natal, y lo hizo con sorpresa: cantó ‘La bicicleta’, la canción del pasado verano de sus compatriotas Shakira y Carlos Vives, como comienzo de la traca final, que llegó justo después.
Empezaron a proyectarse las imágenes del videoclip de ‘Chantaje’, el rompepistas que concibieron la súper estrella colombiana y el propio Maluma, y que fue uno de los momentos más vibrantes de la noche, coreado al unísono por toda la grada.
Se produjo entonces un fenómeno curioso: el público, en su mayoría femenino, comenzó a pedir a su ídolo que interpretase ‘Cuatro babys’.
Si bien las letras de las canciones del colombiano no se caracterizan en casi ningún caso por el respeto a la mujer, el caso de ‘Cuatro babys’ es especialmente llamativo porque denigra a las féminas y las convierte prácticamente en objetos destinados al disfrute sexual del hombre, como denunciaron varias asociaciones feministas.
Nada de esto importó, porque cuando cerró el concierto con el citado tema, a Maluma casi ni se le escuchó: una voz femenina compuesta de la de miles de chicas se elevó hasta tapar al colombiano. La cara de más de una madre que acompañaba a sus hijas adolescentes era digna de ver.
El colombiano ofreció un concierto presidido por una alegría contagiosa, que desató la locura en muchas de sus fases, pero que a su público se le antojó corto.
No obstante, fue el más breve -poco más de una hora- de todos los cabezas de cartel que han desfilado hasta ahora por el escenario de Viña 2017.
También actuaron el cómico chileno Rodrigo Villegas y el músico local Américo.