Las dos Américas que chocaron el pasado 8 de noviembre en las elecciones presidenciales se manifestaron este martes por la noche a través de los congresistas. El Partido Demócrata, sumido en su propio ser o no ser, se enfrentó al hombre que los ha expulsado de la Casa Blanca, el republicano Donald Trump, con una defensa fervorosa de la inmigración ante un nuevo Gobierno al que acusan de fomentar la división entre americanos y al que pusieron ante el espejo de sus primeras contradicciones respecto al establishment o la reforma sanitaria. «Eso no es ser nuestro defensor, es ser defensor de Wall Street», le espetó Steven Beshear, exgobernador de Kentucky, un estado trumpista.
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La respuesta de los demócratas estuvo cargada de simbolismo: llenaron el Capitolio de inmigrantes y refugiados y la réplica al presidente no vino solo de Beshear, sino también de la activista proinmigración Astrid Silva, que habló en español. Llegaban allí, además, con el primer latino como líder del Comité Nacional, Tom Perez, nombrado tres días antes. Las congresistas —y Silva— vistieron de blanco en honor de las sufragistas y como rechazo a las políticas trumpistas, que creen regresivas contra las mujeres.
“Estoy aquí representando a los demócratas, a los latinos, y a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que somos parte integral de este país, y que constituimos los valores y la promesa de los Estados Unidos, los mismos que el presidente Trump está amenazando con su plan de deportación masiva”, arrancó a hablar Silva, que es una dreamer, como se denomina a los jóvenes que fueron traídos a Estados Unidos de forma irregular siendo niños y para los que Obama creó una ventana de regularización.
La puesta en escena guardó ciertos paralelismos con lo ocurrido este verano en las convenciones de ambos partidos, en las que los demócratas coronaron a Hillary Clinton como candidata y los republicanos hicieron lo propio con Trump. Si el empresario neoyorquino llevó al escenario a varias personas para que contaran el relato de familiares suyos asesinados por inmigrantes irregulares, una imagen que servía para equiparar el sin papeles con el delincuente; la exsecretaria de Estado exhibió con orgulloso a aquellos que se habían buscado su futuro tras entrar en el país de forma irregular. Silva participó en esa puesta en escena de la demócrata.
“Trump nos está devolviendo a las épocas más oscuras de nuestra historia: criminalizando a cualquiera que es diferente, poniéndonos en contra los unos de los otros, y mandando el mensaje equivocado al resto del mundo, así ayudando a fomentar el enfado y odio de grupos terroristas hacia nuestro país”, enfatizó Silva.
La respuesta demócrata no permitió vislumbrar un cambio de estrategia respecto a la campaña. Antes y después de las elecciones, muchos analistas cuestionaban el posicionamiento del Partido Demócrata, advirtiendo de que en su argumento electoral el mensaje racial –con la defensa de la diversidad y de las minorías- estaba eclipsando su posicionamiento de clase –el papel del partido de los trabajadores-, algo de lo que Trump se ha beneficiado. Aunque, al mismo tiempo, la disyuntiva es engañosa, pues las estadísticas de ingresos y grupos sociales de Estados Unidos arrojan una imagen muy clara: obrero y minoría son dos conceptos parejos.
«El sistema político está roto»
Beshear fue quien trató de poner sobre la mesa las contradicciones del magnate neoyorquino, que paradójicamente ha llegado a la presidencia al galope de un discurso antiestablishment y crítico con Wall Street. “Como candidato prometió ser un defensor de la gente que lucha por llegar a fin de mes”, comenzó, pero una de sus primeras órdenes, dijo, “hace más difícil permitirse una hipoteca”, y otra supone empezar a revertir las normativas que Obama creó tras la debacle financiera. Y, además, le recordó que finalmente ha elegido a muchos pesos pesados de Wall Street para su equipo. “Eso no es ser nuestro defensor, es ser el defensor de Wall Street”, espetó en un mensaje retransmitido desde un restaurante de Lexington, en Kentucky.
El exgobernador también alertó de que los republicanos “parecen decididos a quitar el seguro asequible a los millones de americanos que más lo necesitan” y denunció que el plan para reemplazar el programa sanitario de Obama, Obamacare, reducirá el número de americanos cubiertos, “aunque digan lo contrario».
Los demócratas llegaron malheridos a este primer discurso de Trump al Congreso, con una derrota electoral que no esperaban contra el candidato más polémico en décadas. Pero también se presentaron con la certidumbre de que la diversidad de Estados Unidos no es reversible y con el recuerdo, muy reciente, de haber cosechado tres millones de votos populares más que el republicano, aunque repartidos geográficamente de un modo que no les permitió vencer en votos electorales. Este es el dato sobre el que tienen que reflexionar para su nueva hoja de ruta.
En un final sorprendente, en el que usó un mensaje similar al del izquierdista Bernie Sanders y el propio Trump durante la campaña, Beshear espetó: «Nuestro sistema político está roto porque demasiados líderes creen que esto va de ellos. Y deben recordar que trabajan para nosotros».