Un estudio llevado a cabo por investigadores del Rigshospitalet de Copenhague (Dinamarca) y publicado en la revista «JAMA Ophthalmology» muestra que el consumo de tabaco durante el embarazo aumenta el riesgo de que los niños acaben desarrollando problemas oculares o glaucoma.
Como explica Christopher Kai-Shun Leung, de la Universidad de Hong Kong (Hong Kong), a propósito de los resultados en un editorial del mismo número de la revista, «fumar durante un intervalo de tiempo relativamente corto durante el embarazo puede tener consecuencias para toda la vida del feto».
Retinas más finas
Estudios previos habían vinculado el tabaquismo materno a un bajo peso al nacer, y dado que este factor también se asocia a una capa nerviosa de la retina más fina, el tabaco también podría tener un efecto directo e indirecto sobre el nervio óptico y sus conexiones con la retina. Por ello, los investigadores se centraron en el grosor de la capa de fibras nerviosas de la retina, responsables de transmitir la información desde el ojo al cerebro. No en vano, cuando esta capa es demasiado fina, las personas tienen más riesgo de tener problemas de visión y acabar desarrollando glaucoma, lo que en último término puede derivar en ceguera.
Fumar durante un intervalo de tiempo relativamente corto durante el embarazo puede tener consecuencias para toda la vida del fetoChristopher Leung
Para ello, los autores analizaron los datos de un total de 1.323 niños de 11 y 12 años con objeto de determinar si el tabaquismo en el embarazo y su bajo peso al nacer se asocian de forma independiente con una capa nerviosa de la retina más fina. Concretamente, el 80% de las madres afirmaron no haber fumado nunca, mientras que el 2% aseguró haber dejado el tabaco en el momento de conocer su estado –no así en el 18% del resto de madres participantes, que continuaron fumando a pesar de saberse embarazadas.
De acuerdo con los resultados, los hijos de madres que fumaron durante el embarazo tuvieron una fibra nerviosa retiniana unos 5,7 micrómetros más fina que la de aquellos cuyas madres nunca habían fumado. Además, no hubo diferencia entre los hijos de madres no fumadoras y los de quienes dejaron el tabaco durante el embarazo.
Es más; en los niños que nacieron con bajo peso –el 4% del total–, la fibra nerviosa media de la retina era 3,5 micrómetros más fina que la de los niños nacidos con un peso normal –en torno a 104 micrómetros de promedio.
Salud ocular comprometida
En definitiva, los bebés con bajo peso en el momento de su nacimiento tienen retinas más finas, siendo este grosor aún menor en el caso de aquellos nacidos de gestantes fumadoras.
Pero estas diferencias observadas en el estudio en el espesor de la capa de fibras nerviosas de la retina, ¿son suficientes como para producir problemas oculares detectables? Pues según reconoce Christopher Kai-Shun Leung, no, si bien alertan de la necesidad de vigilar la salud ocular de aquellos menores cuyas madres fumaron en el embarazo a fin de detectar precozmente un posible daño ocular.