El análisis de medio millón de perfiles de ADN fueron los que concluyeron que la famosa idea, surgida en 1990 de un “gen gay”, no existe.
«Es de hecho imposible predecir la orientación sexual de una persona en función de su genoma», dice Ben Neale, miembro del Broad Institute de Harvard y el MIT, una de las muchas instituciones de donde provienen los autores.
En resumidas cuentas el estudio dice que no hay un solo gen que dicte si una persona es heterosexual y homosexual, sino “muchos pequeños efectos genéticos distribuidos en el genoma” que predisponen esto.
Además, se tiene en cuenta el entorno en el que crece la persona, que se debe leer como en el contexto de los siguientes ejemplos: “el riesgo cardíaco: los genes crean predisposiciones, pero el estilo de vida y la dieta, tienen un papel más importante”.
Los autores de esta investigación son conscientes de la delicadeza del tema, por tanto, para evitar cualquier interpretación errónea, consultaron con las asociaciones LGBT sobre cómo comunicar los resultados.
En 1993, un estudio a 40 familias pensó haber identificado un lugar único, el gen Xq28, que define la orientación sexual. El nuevo análisis refuta este modelo simplista.
Es probable que una cifra revelada por este estudio genere confusión. Los investigadores estiman que «8 a 25%» de las diferencias de orientación sexual en la población de la prueba se deben a variaciones genéticas.
Pero esta cifra es un concepto estadístico sobre una población y no significa que el 25% de la orientación de una persona dependa de sus genes.