Siempre se ha considerado que el cáncer de colon es de viejos, pero recientes estudios muestran un incremento alarmante en adultos jóvenes. De hecho, una de las conclusiones de una investigación de la Sociedad Americana contra el Cáncer fue que las personas nacidas después de 1990 tienen el doble de riesgo de padecer de cáncer de colon y cuatro veces más riesgo de tener cáncer rectal que las generaciones anteriores.
Los expertos aseguran que no hay una causa clara para este aumento en la incidencia de la enfermedad, pero sospechan que tiene que ver con el incremento de la obesidad en la población, promovida por estilos de vida poco saludables, el sedentarismo, el consumo de carnes procesadas y una dieta baja en fibra, verduras y frutas.
El problema con esta enfermedad es que sus síntomas se pueden confundir con los de otros malestares. De hecho, un mal diagnóstico es un escenario común entre los jóvenes que padecen cáncer colorrectal. Esto genera una valoración tardía, cuando la patología se ha extendido y es más complicada de tratar.
1. Identificar las señales: El principal síntoma que no hay que ignorar es la presencia de sangre en las heces, que puede ser de un color oscuro casi negro o un rojo brillante. También es importante identificar problemas con el ritmo evacuatorio. “Si se tiene estreñimiento o soltura durante un tiempo prolongado y si queda una sensación de que el intestino no se ha vaciado por completo”. explica la médica Melisa Montoya. Los dolores abdominales o en la espalda baja, anemia, la pérdida de peso inexplicable y algunos trastornos digestivos también pueden estar avisando que algo no anda bien en el organismo.
2. Hablar abiertamente con el médico: Cuando se presentan las señales, lo recomendable es consultar de inmediato al médico, en especial, a uno con quien se tenga una relación de confianza, pues “a muchas personas les da vergüenza hablar de deposiciones o de sus problemas para evacuar y lo dejan pasar”, dice Montoya. En la consulta, también es importante compartir con el médico los antecedentes familiares, si alguien ha padecido de este cáncer o se le han removido pólipos en el área. Según explica Renne Williams, gastroenterólogo del Bellevue Hospital Center a The New York Times, “si usted tiene un familiar de primer grado – un padre o hermano – que tenía cáncer de colon a los 50, por ejemplo, está proyectado y es probable que a usted le aparezca a los 40 es decir 10 años antes”. Por su parte, tener antecedentes de condiciones médicas como otros tipos de cáncer o enfermedad inflamatoria intestinal, puede aumentar el riesgo de padecer de una neoplasia colorrectal.
3. Llevar un control de las heces: Si conoce su cuerpo y en verdad cree que las visitas al baño ya no son normales, es conveniente llevar un registro de lo que está pasando en el inodoro. Puede hacerlo mediante un diario en el que consigne la frecuencia de las deposiciones, sus hábitos alimenticios, los cambios en el cuerpo y lo que está sintiendo.
4. Sea persistente: No hay nadie que conozca mejor a su cuerpo que usted mismo, por eso si siente que algo no anda bien, insista para que le hagan exámenes de diagnóstico teniendo en cuenta los síntomas persistentes. La prueba más confiable para detectar este cáncer es la colonoscopia, pero esta no es recomendable para menores de 50 años ya que pueden traer complicaciones innecesarias. Por eso, existen pruebas de laboratorio no invasivas que pueden detectar la cantidad de hemoglobina en las heces.
5. Mejorar los hábitos de vida: La dieta es un factor determinante en este tipo de cáncer. “La clave está en comer muchas frutas, verduras y aumentar el consumo de fibra para favorecer el tránsito intestinal. Y evitar embutidos, como las salchichas o el chorizo, así como disminuir el consumo de carnes rojas”, dice Montoya. Y, finalmente, seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sobre dejar el consumo de tabaco y aumentar la actividad física, consejos que sirven no solo para proteger al cuerpo del cáncer colorrectal, sino muchas otras enfermedades.