Las Vegas (EE.UU.), 5 may (EFE).- Ser el nuevo ídolo del boxeo en México, sin importar que no haya una corona en juego, o el tipo de cinturón que espera al ganador, es la razón de la cita a golpes que Santos Saúl ‘Canelo’ Álvarez y Julio César Chávez júnior se han puesto para este sábado en Las Vegas.
Perder significará algo así como cargar en adelante una mácula en la espalda, demasiado pesada como para pensar en la continuidad exitosa de la carrera dentro de los cuadriláteros.
La ‘Batalla Civil’, como se ha bautizado el encuentro, ha polarizado a una afición entre los jóvenes, que apoyan a ‘Canelo’, nacido el 18 de julio de 1990 en Guadalajara, y los románticos que no olvidan al mito Julio César Chávez y, por extensión son fieles a su heredero, que el 26 de febrero cumplió 31 años.
‘Canelo’ Álvarez, de 26 años, es la máxima figura de la parrilla que promociona la empresa Golden Boy Promotions, del estadounidense Oscar De La Hoya, hijo de mexicanos y excampeón mundial en seis categorías.
Encauzar una carrera que se salió de foco en 2012 al caer con el argentino Sergio ‘Maravilla’ Martínez es el objetivo de Júnior, ‘el hijo de la Leyenda’ Julio César Chávez, dueño de cuatro títulos mundiales en tres diferentes divisiones de peso que lo consagraron el máximo púgil mexicano de todos los tiempos.
«Cuando dos mexicanos suben en un ring para boxear está garantizado un gran espectáculo», anticipó De La Hoya, el empresario de ‘Canelo’, quien actualmente es campeón mundial superwelter de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).
«Mi hijo sabe de la importancia que tiene para nuestra familia una victoria. No pensamos otra cosa», dijo Chávez senior.
Álvarez, un especialista en terminar sus peleas antes del límite (48-1-1, 34 KO) debe recibir alrededor de 20 millones de dólares, 14 millones más que los prometidos a Julito Chávez (50-2-1, 32 KO).
Además de ser 10 centímetros más bajo que Chávez, quien mide 1,85 metros, y carecer de menos alcance en los brazos, ‘Canelo’ parece tener muchas más cosas en riesgo.
De un lado, sus peleas con Floyd Mayweather y Miguel Cotto no bastaron para silenciar a sus críticos, que le señalan de no querer asumir mayores riesgos en su carrera.
El de Guadalajara, coinciden las versiones, suele decantarse por adversarios de menor peso y porte que él, una tendencia que claramente ha cambiado de cara a la cita de este sábado en el T-Mobile Arena de Las Vegas, que debe reunir a 22.000 espectadores.
«No tengo dudas de que el ganador se convertirá en el nuevo ídolo boxístico de los mexicanos», manifestó Santos Saúl Álvarez, quien prefirió a su compatriota que medirse con el kazajo Gennady Golovkin, considerado el mejor libra por libra del momento.
Julito vuelve a pelear en Las Vegas después de cinco años cuando perdió el invicto en septiembre de 2012 ante el argentino ‘Maravilla’ Martínez en el Thomas & Mack Center, en un combate que dejó al desnudo muchos de los excesos cometidos en su vida.
Irónico pues ese mismo día, pero en el MGM Grand Garden Arena, Canelo se deshacía por la vía rápida de Josesito López.
De perder ‘Canelo’ habrá una revancha automática, un derecho que no tendrá júnior en caso de salir derrotado y una razón poderosa que debe empujarlo a jugar el sábado al todo o nada, si no quiere dejar pasar el que para mucho es el último tren de su carrera.
Se espera que más de 40 millones de mexicanos en su país estén atentos a la pelea con las transmisiones de las dos cadenas de televisión más importantes de allí: TV Azteca y Televisa.
La expectación también ha elevado a un millón la demanda de suscripciones solo en Estados Unidos por el sistema pague por ver.
Parece razonable, pues los dos candidatos al título honorífico de máximo ídolo del boxeo mexicano lucen en su mejor forma tras una preparación que duró cuatro meses.