Acción Democrática (AD), el segundo entre los partidos políticos más antiguos de Venezuela –sólo detrás del Comunista– y hegemónico durante la segunda mitad del siglo XX, resurgió el domingo como el virtual triunfador de las elecciones primarias de la oposición, en las que la Mesa de Unidad Democrática (MUD) escogió sus candidatos para los venideros comicios regionales en aquellas provincias donde la alianza opositora no pudo alcanzar acuerdos por consenso.
En las primarias, donde se calcula participaron algo más de 900.000 personas –alrededor del cinco por ciento del padrón electoral–, se disputaban 19 candidaturas. El domingo en la noche, con 85% de las actas escrutadas, la comisión electoral de la MUD anunció resultados definitivos en 13 de las circunscripciones, en ocho de las cuales la victoria correspondió a nominados de Acción Democrática.
Con excepción de una de las entidades –el estado de Táchira, en la región andina del suroeste de Venezuela, fronteriza con Colombia–, las regiones donde AD se impuso presentan un marcado carácter rural y baja densidad poblacional. Ello no resta méritos, sin embargo, al logro del partido, lastrado por un historial de corruptelas y el desgaste de muchos años en el ejercicio del poder al final del período histórico conocido como la Democracia de Punto Fijo (1958-98). Acción Democrática, de tendencia socialdemócrata, fue fundado en 1941.
El saldo luce como una recompensa electoral para el secretario general de AD y ex presidente de la Asamblea Nacional de mayoría opositora, Henry Ramos Allup, quien, contrariando los ánimos insurreccionales de un ala de la oposición, fue el primer dirigente de la MUD que anunció su intención de participar en las elecciones regionales que el Gobierno de Nicolás Maduro convocó a través del Consejo Nacional Electoral (CNE), organismo que controla.
“Si no nos inscribimos en las elecciones, el chavismoganaría 23 gobernaciones, y también regalaríamos 335 alcaldías”, justificó Ramos Allup su propósito en agosto reciente.
La actuación de Ramos Allup en la presidencia de la Asamblea Nacional, entre enero de 2016 y 2017, contribuyó a renovar la relevancia de la oferta “adeca”, como coloquialmente se conoce en Venezuela a los afiliados del partido. Pero en el triunfo de este domingo parece haber tenido un papel clave su maquinaria local, una herencia organizativa de los tiempos dorados.
Con las primarias, la oposición tiene listo su elenco de candidatos para enfrentar al chavismo por el control de las gobernaciones, de las que en la actualidad 20, de un total de 23, están en manos del oficialismo.
Las elecciones debían realizarse en diciembre de 2017, con un año de retraso con respecto al plazo establecido en la Constitución vigente. En una de sus primeras decisiones, la actual Asamblea Nacional Constituyente, que obedece al Gobierno de Maduro, dispuso adelantar la cita electoral para el próximo mes de octubre. A pesar de ello, todavía no se anuncia la fecha oficial de los comicios.
“¿Cuándo van a ser las elecciones regionales? Nadie sabe”, ensayó una explicación para el misterio el Gobernador del Estado de Miranda y dos veces candidato presidencial, Henrique Capriles Radonski, al acudir el domingo a votar en las primarias. “Hasta ahora no hay ninguna convocatoria oficial porque el gobierno está enredado”.
Capriles no optará a la reelección en su estado, pues sobre él pende una inhabilitación política impuesta por la Contraloría General de la República, dominada por el chavismo. Como candidato para sucederlo fue escogido el actual alcalde del municipio Sucre de Caracas, Carlos Ocariz, cercano a Capriles y también dirigente del partido Primero Justicia (PJ).
Todavía el lunes quedaban por determinar los resultados definitivos en seis estados, bien porque los escrutinios venían arrojando diferencias muy estrechas o porque se habían presentado reclamos. Entre las justas por definir la más significativa era la del estado de Zulia, tradicional cuenca petrolera del oeste de Venezuela y el mayor circuito electoral del país. Allí un candidato de Primero Justicia, Juan Pablo Guanipa, parecía a punto de derrotar a la dinastía de Manuel Rosales, quien como candidato presidencial enfrentó a Hugo Chávez en las elecciones de 2006, y quien ha dominado la política local a través de su franquicia, Un Nuevo Tiempo (UNT), durante los últimos 15 años.