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Voces del mundo celebran en Cartagena medio siglo de «Cien años de soledad»


Cartagena (Colombia), 27 ene (EFE).- A la sombra de frondosos árboles, personas de distintas nacionalidades escuchan en Cartagena de Indias pasajes de «Cien años de soledad», una lectura colectiva para conmemorar el medio siglo de publicación de la novela más universal del nobel colombiano Gabriel García Márquez.

El escenario y la ocasión no podían ser más propicios: el XII Hay Festival de Cartagena, ciudad en la que el autor ejerció el oficio de periodista en su juventud y que inspiró parte de su obra.

«Es un gran honor leer a García Márquez, pero es una tragedia leerlo en francés, me gustaría leerlo en español pero no puedo», dijo a Efe la escritora gala y filósofa para niños Brigitte Labbé, después de leer un fragmento de la novela que creó un universo a partir del pueblo imaginario de Macondo.

Esta actividad colectiva, que abarca tres jornadas, lleva por título «El gozo de leer ‘Cien años de soledad'» y fue convocada por el Hay Festival y la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) para celebrar los 50 años de la novela, con el apoyo de la Cancillería colombiana y la Cámara de Comercio de Cartagena.

El mundo conoció «Cien años de soledad» en junio de 1967 cuando la Editorial Suramericana la publicó en Buenos Aires en un ejemplar de 351 páginas que rápidamente se convirtió en un éxito y catapultó a la fama al autor, nacido en 1928 en Aracataca, un pueblo del Caribe colombiano, y para la época ya residente en México, donde murió en abril de 2014.

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Según la FNPI, fundada en Cartagena por el propio García Márquez, en el medio siglo transcurrido desde entonces, «la historia de Macondo y los Buendía ha llegado a más de 30 millones de personas en 35 idiomas».

«Es una experiencia bella, extraña, particular pero interesante», dijo a Efe el escritor y guionista italiano Iacopo Barison sobre la lectura de la novela en su propio idioma.

La lectura colectiva tiene como escenario la colonial Casa del Marqués de Valdehoyos, sede alterna de la Cancillería en Cartagena, en cuyo patio, bajo almendros, palmeras y árboles de mango, y acariciados por una fresca brisa caribeña, los 60 escogidos leen los fragmentos que han elegido de cualquiera de las ediciones y en el idioma que prefieran.

El primero en hacerlo fue el director de la FNPI, Jaime Abello Banfi, quien escogió el inicio de la novela, en la que el mundo descubre la figura del coronel Aureliano Buendía y sus recuerdos ante el pelotón de fusilamiento, como «aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo».

Le siguieron el primer día algunos escritores invitados al Hay Festival o personas que fueron seleccionadas entre quienes se inscribieron en una convocatoria pública contando su mejor recuerdo vinculado a la lectura de «Cien años de soledad».

«Para mí es un placer y un privilegio (…) Tener la oportunidad de compartir hoy en este bello escenario, en Cartagena, en el Hay Festival, leer apartes de este maravillo libro realmente es el deseo de todo periodista y escritor», dijo a Efe la colombiana Paola Rueda López, autora del libro «Historias de negocios altamente inspiradoras mujeres», sobre liderazgo femenino.

Rueda, quien viajó desde Medellín para participar en la lectura, escogió el comienzo del capítulo en el que Úrsula Iguarán, esposa de José Arcadio, estrena la casa nueva en Macondo con un baile en el que los más jóvenes disfrutan de la pianola, uno de los asombrosos inventos que llega a casa de los Buendía.

«Escogí ese fragmento porque está mostrando cómo la mujer llega y organiza esa casa; organizar la casa o la empresa es como hacer ese símil entre esa persona visionaria que es capaz de llevar todo ese sentimiento a un lugar y llenarlo porque quería que sus hijas tuvieran un lugar amable, y lleva música», explica.

La lectura colectiva es solo uno de los actos con los que la FNPI conmemorará los 50 años de publicación de «Cien años de soledad», pues a lo largo de este año celebrará en los países iberoamericanos diversas actividades para «dar a conocer el legado de su fundador» y al mismo tiempo, «promover el periodismo ético, creativo e innovador», la otra pasión del nobel de literatura colombiano.


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